En el interior de los molinos se puede apreciar el mecanismo de funcionamiento perfectamente conservado, así como todo un repertorio de herramientas utilizadas por los campesinos del lugar.
Debido a la fuerza del viento en esta zona, en especial en los días en los que sopla viento de Levante, la estructura del molino típico manchego se hace inviable, por lo que el molino de Vejer es una adaptación al clima y las condiciones de la zona. Con 3 metros de ancho y 8 de altura, y unos muros de 1,60 metros de anchura, estas construcciones solían poseer dos plantas, una inferior destinada al almacén y otra superior con las piedras y los mecanismos destinados a moler el trigo. Sus características aspas en forma de cruz le dan su aspecto original y nos permiten hacernos una idea de cómo era la vida alrededor de esta industria.
Los molinos mejor conservados son los de San Francisco, San José y San Antonio, junto a los cuales se encuentra el Centro de Interpretación del Viento de próxima apertura.
Así mismo, también destaca el molino de Santa Inés, cuyo mecanismo no ha podido ser recuperado se conserva su estructura y una imitación del techo original.
Fuente: http://www.tritonviajes.com/
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