El pasado sábado dia 22 de febrero, visitamos el Museo del Dique en Matagorda.
Fué la primera de las visitas que se iran organizando a partir de Abril, organizadas por Navantia, Albarco.com y la agencia de viajes Melkart, donde nos ponen a nuestra alcance, conocer el mejor museo sobre la industria naval de España y la historia de la Factoría de Puerto Real.
Dada la ubicación del Museo el Dique, el acceso natural es desde el mar.
Partimos desde el muelle de Cádiz hacia el Bajo de La Cabezuela.
La visita al Museo el Dique tiene una duración media de una hora y media, a lo que tenemos que añadir el trayecto en barco cruzando la Bahía de Cádiz, e incluye las siguientes áreas:
- El área externa, compuesta por: Los edificios pertenecientes a la Cía. Trasatlántica, la capilla, la escuela y el hospital; los restos del castillo de Matagorda y la pieza que da nombre al Museo, el Dique de carena.
- El área interna, compuesta por las cinco salas que configuran el Museo y el rehabilitado Taller de Forja.
Todas las visitas, se realizan acompañados de un guía, experto conocedor de las instalaciones.
Navegamos bajo el Puente de la Pepa, actualmente en construcción, diseñado por el ingeniero Javier Monterola, de tipo atirantado, que llegará a ser uno de los puentes más altos de Europa, alcanzando su parte central los 69 metros, con dos torres que soportan los tirantes de 180 metros de altura.
El cruce de la Bahía, se realiza a borde de una moderna embarcación de la empresa Albarco.com
EL Astillero ha estado operativo durante 99 años (1878-1976) a lo largo de los cuales ha estado regentado por cuatro empresas: Vapores y Correos de Antonio López y Cía. (1878-1881), Compañía Trasatlántica (1881-1914), Sociedad Española de Cosntrucción Naval (1914-1969), y Astilleros Españoles Sociedad Anónima (desde 1969)
Este recinto se encuentra situado en la península del Trocadero, en la Bahía de Cádiz, en terrenos que fueron originariamente de marisma y que hubieron de ser consolidados para su construcción. Las razones para la localización del dique obedecían a las ventajas del abrigo frente a los vientos atlánticos, la cercanía al canal de la bahía y la facilidad para la entrada y salida de barcos. A estas ventajas geográficas se sumaba la preexistencia de un fuerte de defensa militar en desuso, usado por la compañía Trasatlántica para almacenar carbón para su flota, fue el origen de la implantación del posterior complejo industrial.
Visitamos sus instalaciones:
El Dique, La Iglesia Neorrománica; El Museo y los restos del Castillo.
José María Molina Martínez , Director Museo “El Dique”, NAVANTIA (Grupo SEPI) , fué el encargado de dirigirnos y explicarnos todo durante toda la visita.
A principios de 1990 Astilleros Españoles decide acometer el proyecto de restauración del Antiguo Dique de Carenas de la Factoría de Matagorda y su entorno más próximo.
Dos grandes líneas de trabajo marcaron las tareas de rehabilitación, por un lado las intervenciones sobre los bienes inmuebles del antiguo centro de reparaciones y por otro las operaciones de recuperación del patrimonio documental de la empresa.
El dique, obra de los ingenieros ingleses Bell y Miller, fue realizado entre 1872 y 1878. Con una eslora de 156,5 metros en la coronación y 150 metros sobre picaderos, tiene una anchura de 27,60 y 15,50 metros respectivamente. La altura del dique es de 10,13 metros en las puertas, 7,90 para la pleamar y 3,77 para la bajamar. Su orientación es aproximadamente este-oeste.
El dique se encuentra pilotado con 2500 pilotes de manera americana, y su vaso se construye con sillares de piedra escalonados, tomados con mortero de cemento del tipo Portland en aquellos elementos que requerían mayor resistencia. Las puertas del dique, en su extremo oeste, originariamente se forraban de madera de teca, más planchas de cobre hasta la altura de la pleamar para evitar el efecto de la broma. El antedique queda bordeado por dos muelles, construidos en hormigón armado en la década de los 20 del siglo pasado. El muelle norte cuenta con una grúa, mientras que el sur cuenta con dos. Estas grúas, construidas con estructura metálica, se encuentran mantenidas en buen estado.
La Zona Histórica de la Factoría de Puerto Real, es un espacio industrial donde conviven de forma armónica diferentes paisajes, heredados todos ellos del importante auge que tomó este lugar a finales de siglo pasado.
El vapor Matagorda fue durante muchos años el vapor encargado de llevar a los trabajadores de Cádiz hasta el dique de Matagorda, si el tiempo o la niebla no lo impedía. Durante la travesía solía celebrarse un curioso sorteo, recibiendo el afortunado ganador el importe íntegro del jornal. Fuente: memoriadecadiz.es
Dique de carena mandando construir por Antonio López en 1872
La zona de la capilla y los dos edificios anexos: escuela y asilo, en torno al jardín cerrado que preside la escultura del empresario y fundador de los Astilleros de Matagorda, Antonio López.
Frente a la capilla, preside el espacio abierto un grupo escultórico dedicado a la figura del empresario y fundador de los Astilleros de Matagorda, Antonio López . Sobre una base de piedra con planta de cruz, se alzan cuatro semicolumnas de mármol rosado, con las iniciales mayúsculas de las letras "S", "B", "C" y "H" esculpidas en sus fustes, en referencia a las cuatro ciudades que marcaron la vida del marqués: Santander, Barcelona, Cádiz y La Habana. Sobre estas semicolumnas, se colocan capiteles con alegorías relativas a cada una de estas ciudades. Rematando el conjunto, sobre un pedestal, la figura , Antonio López esculpida en bronce, mirando hacia la bahía.
A ambos lados de la capilla, dos edificios completan este recinto nuclear, albergando originariamente la escuela para hijos de los empleados de la compañía y el asilo benéfico. Se construyen en piedra y fábrica de ladrillo: la piedra para marcar los elementos resistentes, como esquinas y jambas de huecos, y el ladrillo, en paños que alternan niveles horizontales de piezas de ladrillo rojo y de ladrillo amarillo, en sintonía con el cromatismo de la capilla. Ambos edificios se cubren a dos aguas, y su acceso se realiza a través de puertas practicadas en sus lados largos, mirando hacia la capilla.
Se trata de un recinto en el que se concentró la mayor carga simbólica, actuando como centro de la primitiva colonia industrial, hoy desaparecida.
La Capilla neorrománica fué levantada en memoria de Antonio López, primer Marqués de Comillas y fundador de la compañía Trasatlántica, construída para la asistencia espiritual a los trabajadores.
El edificio, de planta de cruz griega, es un ejemplo destacado de la fantasía historicista de la arquitectura de finales del siglo XIX. Aunque pretendidamente neorrománica por la conexión ideal con la región de Cantabria, de donde procedía Antonio López, en ella se mezclan eclécticamente elementos del paleocristianismo y la arquitectura bizantina.
La construcción de la capilla se vio sujeta a las restricciones impuestas por el sistema de defensa de la Bahía de Cádiz, que prohibía edificaciones permanentes de más de una planta de altura a fin de no interrumpir la conexión visual entre los fuertes de la zona. Por esa razón, la capilla se construye en piedra hasta el arranque de la cúpula central, que es la misma de los tímpanos de la portada y los brazos.
A partir de esa altura, los elementos que se construyeron fueron de madera, en una interpretación sui generis de la norma que, sin embargo, fue consentida por las autoridades.
En coherencia con su adscripción estilística, y de forma si cabe aún más acentuada por su condición memorial, la capilla concentra, tanto en su interior como su exterior, un programa escultórico enormemente variado.
La integración de las artes decorativas, convertida en una máxima de la arquitectura del fin del siglo XIX, se muestra aquí con todas sus consecuencias. Especial mención reciben las tejas vidriadas que cubren a dos aguas los brazos de la iglesia y el ábside del altar.
Con idéntica intención decorativa, el tambor de la cúpula se reviste exteriormente con piezas cerámicas vidriadas de color amarillo, que contrastan con los tonos oscuros de la estructura.
Al norte de este conjunto, en una posición algo apartada, se sitúa el edificio de los antiguos comedores de la compañía. Se trata de una arquitectura de filiación claramente inglesa, evidenciada en detalles de la construcción en madera de su cubierta a dos aguas. Con una planta de altura, el edificio, construido en 1894 para albergar a 50 comensales, orienta su entrada principal hacia el norte, donde se encontraba la primitiva colonia industrial, formada por treinta viviendas construidas entre 1880 y 1888, aunque actualmente desaparecida.
Frente a este edificio se sitúa el nuevo hito vertical del conjunto, que es una torre mirador de construcción reciente. Proyectada por los arquitectos Lopera y Hernández de León, se sitúa a eje del dique, en el extremo este del mismo, liberando a su alrededor un espacio abierto que facilita su contemplación. La torre, de planta cuadrada, es buen ejemplo de la influencia del rigor de la Tendenza italiana en la arquitectura de los años 80. Su materialidad, con un basamento de piedra ostionera sobre el que se alza un fuste de ladrillo visto, busca mostrar una variedad de texturas en referencia al cromatismo del conjunto de la capilla.
Se accede a su cúspide a través de una escalera interior, de estructura metálica y peldaños de madera, desde la cual, en el ascenso, se obtienen panorámicas diversas de la factoría. Siguiendo el ejemplo tradicional de la construcción de campanarios, los huecos que se abren en cada uno de cuatro lados van aumentando su anchura, hasta abrirse generosamente en su extremo superior. Estos huecos se cierran con un entramado metálico.
En la coronación de la torre se accede a una plataforma de estructura metálica exterior en voladizo, que sirve de mirador. Encima de este último nivel, se sitúa un depósito de agua, que queda oculto a través de un entramado metálico idéntico al que cierra los huecos. En este entramado se colocó originariamente un reloj, con manillas en cada una de las cuatro caras de la torre, que en la actualidad se encuentra en desuso.
Anexo al costado oeste del edificio de comedores, se sitúa una pieza de arquitectura racionalista, originariamente destinada a uso administrativo, y actualmente usada como archivo de la empresa. Este edificio, de dos plantas de altura, cuenta con una interesante composición en fachada, evidenciando su retícula estructural hacia el exterior, para enmarcar en la planta primera los huecos de suelo a techo, y ofrecerles a su vez protección solar. El acceso a esta planta primera se realiza a través de una escalera exterior, construida en hormigón armado, que se enrosca caprichosamente alrededor del tronco de una palmera próxima.
Talleres de maquinaria y forja
Campana de almacén general.
Campana de la Capilla de Matagorda
En el almacén general se puede ver colgados en sus paredes varios paneles que recogen los nombres de algunos de los mil barcos construidos en la Bahía.
Zona del Castillo.
Se trata de un espacio ocupado por el Castillo de Matagorda, del que quedan restos visibles en un área de 700 m2 de superficie y que fue reutilizado por la compañía de vapores de Antonio López como depósito del carbón; en la actualidad, tras una prospección arqueológica se ha destinado la zona a rea de descanso.
Restos arqueológicos del antiguo Castillo de Matagorda.
Sobre el antiguo edificio de la cámara de bombas se levantan las actuales dependencias del Museo. En sus cuatro salas y espacios anexos se puede seguir con todo detalle la evolución de la construcción naval española.
Declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía, el Museo El Dique de Navantia, ubicado en la zona de Astilleros de Puerto Real (Cádiz), nació como un proyecto de recuperación del patrimonio industrial.
Durante estos últimos años, historiadores y documentalistas han recopilado material fotográfico e instrumental que refleja la evolución de un sector tan arraigado en la Bahía de Cádiz como es la construcción naval. Forma parte de la Red de Espacios de Divulgación Científica y Técnica de Andalucía (RECTA).
Teniendo como hilo conductor la historia en imágenes de la Factoría de Matagorda, las distintas salas describen cronológicamente la transformación de sus instalaciones, los cambios tecnológicos, la producción… en definitiva, el constante proceso de renovación de la industria naval española.
El museo El Dique está formado por cuatro salas y espacios anexos a través de los cuales se puede seguir con todo detalle la evolución de la construcción naval española.
Para situar al visitante y contextualizar el recorrido que va a realizar, la visita comienza en la primera sala, situada en la planta baja del museo, y cuyos contenidos van centrando de forma progresiva, en el entorno concreto del astillero: orígenes preindustriales de la zona y etapa inicial de la empresa, explicaciones sobre la construcción de las instalaciones del dique de Matagorda y su producción industrial, sobre todo las reparaciones navales que se realizaban en la época.
Marqués de Comillas
Claudio López Brú segundo «Marqués de Comillas» empresario cántabro |
, hijo y heredero de Antonio López López, fundador de la compañía Transatlántica.
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Patrones de madera a escala que servían de referencia para posteriormente hacer los barcos
La segunda sala centra su objetivo en la descripción de los procesos de diseño y trazado de un barco. Por ejemplo, se exhiben las herramientas de trazado (compás industriales, escuadras, cartabones, etc.), que se empleaban en la sala de gálibos, lugar en el que se trazaban a tamaño real las partes estructurales del barco.
La tercera de las salas, situada en la primitiva cámara de calderas describe, de forma lineal, el proceso de construcción de un barco de acero. Una representación fotográfica de los gremios de trabajadores más relevantes, así como los instrumentos de trabajo que empleaban en los talleres, en grada y en la dársena componen esta sala.
Desde los herreros y carpinteros de ribera, apelativo empleado para designar a los especialistas en construcciones navales, hasta forjadores, fundidores, remachadores, que ya en los años 50 serían sustituidos por los actuales soladores, o los calafates, trabajadores que rellenaban los espacios entre el forro y la cubierta del buque, incluyendo a los decoradores y costureras que se encargaban de los últimos retoques de la embarcación.
Además, esta sala expone las réplicas de algunos de los 181 barcos construidos por Astilleros. El vapor Magallanes, de 1927, que cubría la línea Nueva York-Cádiz; el Capitán Miranda, que continúa surcando los mares y hoy día es el buque escuela de Uruguay, o el Bailén, petrolero de 1940, son algunas de las maquetas que completan la muestra en esta sala. Además de barcos, la factoría de Matagorda fabricó la estructura del Balneario de La Palma, las butacas del Gran Teatro Falla de la capital gaditana, y fabricó vagonetas mineras, vagones y coches de ferrocarril, estructuras metálicas y otras instalaciones como el Puente de hierro de La Carraca, en San Fernando.
El edificio del Museo se completa con las instalaciones de Archivo, Biblioteca, Hemeroteca y Fototeca, donde pueden consultarse los aproximadamente, 4.000 legajos, 3.500 libros, 200 cabeceras de revistas y los casi 900.000 negativos fotográficos que se custodian en estos servicios.
La Cámara de Bombas, paso obligado hacia la cuarta y última sala, muestra la instalación más antigua y aún operativa del astillero. “Se ha incorporado al recorrido porque pensamos que quedaría incompleto si no se mostrara una instalación industrial a ‘escala’ real”, apunta José María Molina. Rehabilitada en 1990, consta de tres bombas principales para el achique del dique y dos para el achique de sentina (similar a las alcantarillas).
Por último, la cuarta y última sala muestra la forma de construcción moderna de un buque, haciendo especial hincapié en el gran cambio que supuso el nuevo concepto de construcción por “módulos”.
MUSEO HISTÓRICO DEL DIQUE
NAVANTIA
Astilleros Puerto Real - Polígono Astilleros
PUERTO REAL (Cádiz)
Tel: 956 471 520
Se informa que la estructura de los espacios a visitar, no están adecuados para el acceso de personas con movilidad reducida.
Tras la visita, fuímos a comer a La Candela
Y como postre, los exquisitos picatostes en el Café Royalty.